Tercer viaje: INDIA

Tras varios años visitando Nepal, donde contactamos con productores de cachemira y con joyeros dedicados a trabajar la plata delicadamente engarzada con turquesas y coral, nos decidimos a hacer un viaje a la legendaria India.

¿Por dónde empezar? India es un subcontinente no sólo de grandes dimensiones geográficas y demográficas, sino también hogar de culturas muy diversas, con sus respectivas lenguas, religiones y tradiciones. Algunos dicen que coexisten hasta siete Indias. ¿Cuál de ellas escoger para una primera visita?

Nuestra decisión recayó en Jaipur, para conocer sus preciosos palacios, vestigios vivientes de la India imperial y hacer desde allí una escapada en tren hasta el icónico Taj Mahal, en Agra. Nos pareció buena idea tener un primer contacto con la imagen más emblemática de India.

El viaje sobrepasó todas nuestras expectativas, en aspectos que ni habíamos imaginado. Efectivamente, hay una India exótica, donde el lujo oriental es exquisito y cada rincón es comparable a un museo exhibiendo una pieza de arte: maderas labradas, paredes con incrustaciones de perlas, tapicerías de sedas y brocados, joyas, jardines repletos de flores multicolores, perfumes en el aire, gastronomía deliciosa… pero esa no era nuestra India.

También existe la India callejera, ésa de la que tanto se habla y la que más abunda: un país con un altísimo índice de pobreza, con sadhus en trance durante sus prácticas religiosas, con famélicas vacas sagradas interrumpiendo el paso de los vehículos...

Descubrimos otra India, nuestra India, que nos sirvió de inspiración, nos hizo tomar decisiones sobre nuestro rumbo y nos ayudó a entender mejor lo que buscábamos y en que queríamos convertirnos. La que nos sirvió como pista de despegue para iniciar un vuelo sin retorno hasta el punto en que ahora nos encontramos.

Es la India de la belleza, del calor humano, de la estética como parte de la vida diaria, del descubrimiento de la singularidad de cada persona, del disfrute de lo bello sin cánones encorsetados sobre qué es hermoso y qué no. Porque la belleza está en todas partes, sólo hay que saber encontrarla, sólo hay que saber aceptar lo que somos y los recursos de los que disponemos y hacer con todo ello lo mejor, nuestro mejor.

En India, todas las mujeres son hermosas, sean ricas, pobres, gruesas, bajitas, mayores o jóvenes… Se envuelven con tejidos multicolores que brillan bajo el sol, se cuidan el rostro y el cabello con aceites naturales, caminan erguidas y de forma elegante, se engalanan con joyas o baratijas que tintinean con cada paso…

Es el concepto de la práctica de la belleza por uno mismo y como ofrenda al mundo. La estética no es una competición para ver quién es más delgada o quién tiene la piel más tersa. La belleza es un enfoque de la vida de disfrute, de armonía, de aportación, de comunicación con el otro, de calor humano.

Durante nuestros días en India, investigando, conociendo y compartiendo, empezaron a tomar forma y nombre en nosotros los valores que hacen que a día de hoy Mulia sea especial: singularidad, autenticidad, lujo asequible, piezas únicas, trato personalizado, tejidos exquisitos….

¡Los tejidos de India! ¡Cómo disfrutamos seleccionando sedas, cachemiras, bordados, pasamanería o delicados algodones! Y cómo disfrutamos del calor humano y la naturalidad de las personas… Hemos ido fortaleciendo el vínculo con ellas a lo largo de los años, con cada regreso a India, donde hemos vuelto en varias ocasiones no sólo para seguir comprando y descubriendo, sino también para visitar las escuelitas que comenzamos a financiar en este primer viaje. Pero eso forma parte de otra historia…